Quejas y más quejas. Es lo primero que suelo escuchar cuando alguien me llama para consultarme sobre el comportamiento de su perro. Se quejan de que el perro es nervioso, que no atiende a la llamada, que salta sobre los extraños o que ladra sin cesar……todo son quejas que ponen el acento en el perro. Yo suelo preguntarme sobre cual será la versión del perro. A lo mejor él también tendría quejas. Los perros parecen decir cosas como: «no entiendo lo que quieren», «siempre están enfadados», «no dejan que me divierta», «siempre me llevan atado», «no me entienden»….
Confieso que muchas veces me siento frustrado. Es frustrante ver tantos problemas de convivencia entre perros y personas cuando las cosas podrían ser mucho más sencillas con algo de comprensión por nuestra parte. El perro, por naturaleza, va a poner todo de su parte para entenderse con nosotros. Tratará de interpretar nuestros gestos y entender nuestras palabras, buscará sentirse un miembro querido y valioso en la familia, estudiará todos nuestros movimientos e intentará agradarnos por encima de todo. Pero nosotros, ¿correspondemos con la misma aptitud?
La consavida sobervia humana hace que no tomemos la relación como un dar y recibir sino como un «ordeno y mando». Me asombra la cantidad de propietarios que reconocen saber poco de perros («es nuestro primer perro») y que, sin embargo, aplican con estos las ideas preconcebidas que tienen en la cabeza, procurando que el pobre perro se pliegue a esa idea casi siempre errónea de lo que es este animal. Así pues, estos osados dueños se erigen en «directores generales» de la vida del perro y «saben» cuando el perro debería sentarse, que olores debería seguir y cuales no, que puede meterse en la boca y que no, hacia donde puede correr, cuanto tiempo requiere la interacción con un congénere, que olores son asquerosos, donde está bien revolcarse y donde no, cuando se puede ladrar y cuando no,…..etc, etc. ¿Todavía nos asombra que haya tantos perros desequilibrados y ansiosos?
Pues ya está todo……tenemos a un dueño sin mucha idea de lo que es un perro (y ni hablemos de un Border Collie): que necesidades realmente tiene, cómo se comunica, qué tipo de relaciones establece, qué puede entender y qué no……y esta persona que va a tratar de «educarle» a base de imponerle una serie de «órdenes», en el mejor de los casos a cambio de un trozo de salchicha, y una serie de correcciones, que en la mayoría de casos el perro no entenderá. Lo que si saben los perros es que a su dueño, al que adoran y al que desearían complacer, no hay quien lo entienda y que, además, se enfada o se pone nervioso con frecuencia, con lo cual no les sirve como guía, centro y ayuda desde la que explorar con tranquilidad ese mundo tan basto y apasionante que nos rodea.
Y ahora si, ya me ha salido otro artículo en tono de crítica social. Y diréis vale….pero ¿cual es la solución?. Porque, ciertamente, la mayoría de personas tratan de hacer las cosas lo mejor posible. La solución, y no queda otra, es seguir aprendiendo. Rebajar nuestro orgullo de «sábelo todo» y dejarnos llevar un poco más por la naturaleza: la del perro y la nuestra. Somos especies que decidieron unirse. Respetemos esta asociación y miremos al perro como lo que es: un aliado, un amigo, un compañero….Centrémonos en proporcionarle lo que necesita (porque dependen de ello) pero desde su punto de vista (no del nuestro). Por ejemplo: diría que todos los perros necesitan paseos libres por el campo para crecer equilibradamente, que todos los perros necesitan un lugar seguro para descansar y que se respete su descanso, que todos los perros necesitan compartir actividades con su dueño de manera segura y tranquila (busca el lugar idóneo y deja que el perro explore, aprenda y crezca…..). En fin, tengo muchas cosas en la cabeza para ir sacando en este Blog. De momento aquí lo dejamos….que son las 3 de la mañana.